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viernes, 30 de octubre de 2009

Barça y Madrid...¿en la Final Four de París?


Este año, Regal Barça y Real Madrid huelen a final four. Los dos equipos se han reforzado muy bien este verano. Los catalanes, tras la marcha de David Andersen y Ersan Ilyasova, dos de sus jugadores pilares, se han hecho con los servicios de Pete Mickeal, quizás el mejor "3" de la Liga ACB, Terrence Morris y Erazem Lorbek, del CSKA Moscú, y la guinda, la emergente estrella Ricky Rubio.


Por su parte, el Madrid ha llevado a cabo un cambio total de su plantilla, dado el desastre del año pasado en las tres competiciones. En primer lugar, ficharon al posiblemente mejor entrenador europeo del momento, Ettore Messina, ex de grandes equipos como la Benetton de Treviso y CSKA Moscú. Acto seguido, se desprendieron de los jugadores que creyeron acertado y trajeron a un ejército de nuevos jugadores: Rimantas Kaukenas, Pablo Prigioni, Jorge Garbajosa, dos emergentes estrellas del baloncesto europeo -Vladimir Dasic y Novica Velickovic-, Darjus Lavrinovic, Sergi Vidal i Travis Hansen, ex de Tau Cerámica.


Tanto unos como otros tienen un mismo objetivo: La Euroliga. El Madrid no llega a una final four desde el 1996, año en que, precisamente, cayó en semifinales con el Barça de Galilea, Karnisovas, Dueñas y compañía. Evidente, para un equipo como el Madrid, ganador del trofeo en 8 ediciones, supone un golpe duro de encajar. La última Euroliga de los madrileños la consiguieron en el 95, con Sabonis y Arlauckas como abanderados del equipo contra el Olympiacos en Zaragoza. Por ello, la nave blanca, comandada ahora por Messina, experto capitán de embarcaciones europeas, pone rumbo a la conquista del máximo cetro continental.

Pero para conseguir el objetivo, tendrán que pelear muy mucho. Su gran rival de siempre, el Regal Barcelona, ha formado un grupo muy compacto que ha olvidado las ausencias de los jugadores antes citados e incluso ha ganado en recursos: su banqueta ahora es m´ñas temible que la del año pasado, y tienen más armas. Si Lakovic necesita descanso, ahí estará Ricky Rubio. Si Navarro se sienta, le sustituirá "Basso", si Lorbek necesita recuperarse, le suplirá N'dong...


Parece ser que Panathinaikos, actual campeón de Europa, ya no es tan favorito, tal y como sucede con CSKA de Moscú, finalista el año pasado, en detrimento de los dos grandes colosos de la Liga española. Messina le tiene muchas ganas al Barça. ¿Por qué? Muy fácil. En 2003, aquel Barça glorioso del triplete con Bodiroga, Fucka, Jasikevicius, Navarro o Dueñas vencieron a la Benetton de Treviso entonces dirigida por el italiano. Esa espina se le quedó clavada. Y esta misma temporada, los blancos han sucumbido ante el potencial azulgrana en dos ocasiones: una en un amistoso de pretemporada y la otra, en la final de la Supercopa ACB. Por su parte, el Barça querrá, de una vez por todas, desquitarse de su "mala suerte" en las final four, en las que ha llegado 10 veces y sólo ha podido conquistar el título en una ocasión.


Acaba de empezar la máxima competición, pero los dos conjuntos ya han sumado dos victorias en dos encuentros. Y muchas más que conseguirán. Si los emparejamientos lo permiten, y no hay cruce fratricida en el Top 16, muy probablemente veamos una semifinal de Final Four o, quién sabe, una final de la máxima competición europea entre estos dos grandes monstruos de Europa. Que así sea.

lunes, 26 de octubre de 2009

Pellegrini: alarmas y turrones


Pellegrini fue fichado este verano para ser el entrenador que guiara a la nueva galaxia de Florentino Pérez a lo más alto y arrebatar al Barça el cielo europeo. Se fichó a una constelación de estrellas -Cristiano Ronaldo, Kaka, Benzema-, y otros jugadores de sobrada calidad en sus posiciones para acabar de consolidar todas las líneas -Xavi Alonso, Granero, Albiol-. Era el nuevo Madrid, un equipo blanco que resurgiría de las tinieblas para ensombrecer al eterno rival y ser el nuevo rey del panorama europeo.


Tres meses más tarde, el conjunto merengue no ha demostrado su tan mencionada superioridad respecto al resto de equipos. Viene de sucumbir en Europa contra un vetusto Milan, por el que nadie apostaba un céntimo antes del encuentro, y de empatar sin goles en el campo del asequible Sporting de Gijón. Hacía dos años y ocho meses dese la ultima vez que la entidad de Chamartín no marcaba un gol en Liga. Se han encendido las alarmas y Florentino comienza a tener tics nerviosos. Mal asunto. Ya queda menos para Navidad, y quizás menos al entrenador para abrir las tabletas de turrón vestido con el chándal blanco. La presión sobre Pellegrini será cada vez mayor si no se produce un cambio ostensible ya no sólo en resultados, sino en también en juego. Ya es un técnico discutido en la Casablanca. Los 96 millones de Cristiano, los 67 de Kaka, los 35 de Benzema y los otros 30 por Xabi Alonso empiezan a notarse negativamente. Sin Ronaldo, Benzema ni Higuaín el Madrid volvió a parecerse al del año pasado en el Molinón. Ni siquiera Kaka, que en los inicios de Liga demostró que era el fichaje que hacía funcionar la maquinaria madridista, pudo decantar la balanza a favor de su equipo.


Antes se hablaba del rombo de Pellegrini, que sus estrellas se amontonaban en poco terreno a causa del sistema utilizado por el chileno, y de la fragilidad defensiva del equipo. Ahora la cosa empieza a ponerse fea. Y el fútbol es cruel. Y más con Florentino moviendo los hilos en un equipo históricamente exigente (y este año, con todos los argumentos del mundo). ¿Podrá degustar los turrones en el Bernabéu? En fútbol todo cambia de un día para otro, pero lo cierto es que la radiografía blanca empieza a mostrar algunas manchas negras. Y "Pelle" tiene un problema añadido: si alguien tiene las de perder, será él. Nadie culpará ni a los jugadores ni mucho menos al ya de pos sí intocable presidente. Al "coach" merengue no le queda otra que rezar para que vuelvan sus buques insignia o encomendarse al famoso "espíritu de Juanito". Claro que sí tiene que recurrir a ello es porque algo no va bien. Nada bien...

miércoles, 21 de octubre de 2009

Análisis Holyfield/Lewis


En una cadena de televisión deportiva dedicada al boxeo varios expertos de este deporte dieron su voto al inglés Lennox Lewis por delante de Evander Holyfield como mejor púgil de los últimos quince años.

Sin duda alguna, se trata de los dos mejores pesos pesados de los noventa y parte del nuevo milenio, pero la decisión de otorgar a Lewis el honor de haber sido el mejor es cuanto menos debatible. En este caso, el estadounidense Holyfield es quien queda segundo en este escalafón, aunque por currículo y calidad pugilística no debería ocupar esa posición.
El boxeador de Atlanta empezó por ser campeón del mundo del peso crucero, llegando a ser el mejor de todos los tiempos en la categoría por su incontestable dominio. Su pelea contra Muhammad Qawi, y quizás la más dura en aquel peso, fue calificada como "la mejor pelea del peso crucero de los años 80", según la prestigiosa revista Ring Magazine. Sin ser un pesado auténtico trabajó para conseguir que su organismo se adaptara a las necesidades del peso superior. Y lo consiguió. Siendo un recién llegado a la nueva categoría consiguió vencer a los fajadores más duros de la categoría.
Se convirtió por primera vez campeón del mundo de los pesados en el año 90 para proseguir con una trayectoria en la que se impuso a grandísimos púgiles como Larry Holmes, George Foreman, Riddick Bowe, Michael Moorer, Mike Tyson y un largo etcétera. Es el único boxeador en la historia que ha sido campeón cuatro veces. Eso sí, ha pecado, como la gran mayoría de sus compañeros de profesión, de no saberse retirar a tiempo, en parte por su afán de retirarse como campeón y a causa de las deudas ecónomicas.

Lennox Lewis, el campeonísimo británico, en cambio, no ha tenido rivales de tanta entidad. Sólo a un Tyson en plena decadencia y mayor, y al gigantón ucraniano Vitali Klitschko, que le creó serios problemas durante el combate. Es cierto que el inglés tenía un porcentaje de victorias por KO más elevado que el norteamericano, pero sería interesante ver cómo saldría parado ante cualquiera de la lista de oponentes citados anteriormente y con los que Holyfield peleó.

Lewis superaba en pegada a Holyfield; era un “heavyweight” puro, con un físico más poderoso y con unos brazos más largos, lo cual le daba más posibilidades de pegada que otro púgil, le facilitaba controlar el compás de los combates y le ayudaba a mantener a raya a sus rivales con sus “jabs” de izquierda. Pero "The Real Deal" tenía un juego de piernas, una resistencia y un corazón muy superiores a los del británico.

Holyfield, a sus 46 años aún sigue compitiendo. Las derrotas de los últimos tiempos ante James Toney, el flojo Larry Donald, o la última, ésta sí, inmerecida ante el gigantón ruso Valuev, le han "ensuciado” su récord, pero dice que no lo dejará hasta que vuelva a ser el campeón unificado de los tres cinturones.
Muchos dicen que debería estar retirado y viendo boxeo desde el salón de su casa. Cuidado, seguramente no volverá a ser campeón indiscutible, pero viendo el panorama actual de este peso, con un nivel inferior al de otras épocas, no parece una quimera que pueda conseguir uno de los tres cinturones. Algo que engrandecería todavía más su leyenda, sería heptacampeón del mundo, y quizás le podría ayudar a que le sitúen sin timidez por delante del “león” Lewis.

Breu retrat de Roger Federer


Comença a ser considerat el millor tenista e la història i encara té 28 anys. Roger Federer, (Basilea, 08-08-1981), conegut com a “rellotge de cut-cut” al món de la raqueta arran de la seva eficàcia a l’hora d’executar els cops guanyadors quan més ho necessita, viu el moment més dolç de la seva carrera esportiva. Amb el darrer Grand Slam a Austràlia ja en duu 10, i a preguntes sobre com guanyar al jove suís han aparegut respostes cada vegada més curioses: “L’única manera de guanyar en Federer es donant-li un cop de raqueta al cap”, assegurava el mític extenista australià Rod Laver.
Fill de bons aficionats al tenis, Federer va començar a pilotejar als vuit anys, però si havia alguna cosa que no digeria gens bé era ser corregit contínuament pel seu pare. Als 14 anys va ingressar en un centre d’entrenament a la Suïssa francòfona A la seva inadaptació idiomàtica s’hi va afegir el seu explosiu caràcter, i el còctel va donar com a resultat incidents que ell mateix va relatar en alguna ocasió: “Recordo que el primer que llancés una raqueta al terra netejaria les pistes durant una setmana. I les meves eren com helicòpters”. Tot un “bad boy” en la seva etapa d’adolescent.
Perfeccionista malaltís, plorava de manera desconsolada després d’una derrota ja com a professional. Però l’helvètic, que manté una relació amb l'extenista Miroslava Vavrinec, ha madurat i, a més de funcionar a ritme de maquinària suïssa, és elegant i sobri fora de les pistes. Un rellotge que encara no ha s’ha aturat. I compte, perquè no té intenció de fer-ho.

lunes, 19 de octubre de 2009

El ocaso del color celeste

Después de la final del Mundial de 1950, Uruguay se fue desvinculando de su espíritu.
En estos días, el esférico de La Celeste corre por inercia. El balón uruguayo está aburrido, está exento de líneas maestras y de sabia nueva que le inyecte ilusión y naturalidad. Su balompié pasó de una práctica deportiva natural y espontánea de antaño, a una bombonera mediatizada, tecnificada, en que lo que se busca no es ganar, sino que no te ganen. He aquí un síntoma de su enfermedad. Y lo peor es que esto ocurre en muchas selecciones y clubes del mundo. Y el victimismo nos lleva a la autocomplacencia y ésta… al Uruguay de hoy en día. ¿Su lema? Si nos crean peligro, patada y solucionado. Lo de intentar ser mejores y meter más goles ha quedado en un recuerdo romántico. Es un fútbol cosmopolita, modernizado, quizás en demasía, lo que añade una dificultad añadida: encontrar una correcta sintonía entre un colectivo que, esparcido por todo el globo, se reúne a trompicones y en espacios de tiempo muy cortos. Pero nunca es tarde para volver a jugar al fútbol, como en los campos de deporte, con sentimiento y desarraigo del pasado. Entonces será cuando su canto del cisne nunca habrá tenido lugar antes y la esencia de Obdulio Varela quede más cerca.

Fútbol


¿Por qué este deporte derrocha tanta pasión y entusiasmo en millones de ciudadanos? Las respuestas no tardan en llegar y, aunque éstas llenarían páginas y páginas de contenido, aquí va sólo una diminuta y humilde muestra.
El fútbol es el único deporte que se juega con los pies y, a diferencia de los demás, requiere de tan sólo un objeto ovalado (redondo, en según qué países es mucho pedir) para su práctica, sin importar su tamaño o material.
El balompié otorga espectáculo y el no saber nunca, o casi nunca, lo que puede suceder; un gol puede tirar al traste el trabajo cuidado y obsesivo de las estrategias de un entrenador, un equipo de obreros puede noquear a un confiado equipo de talentos, una liga se puede decidir en un penalti en el último minuto de descuento del último partido, una final de Champions League puede perderse encajando dos dianas en los últimos 120 segundos… En términos meramente deportivos, se podría confeccionar una larga lista de acontecimientos similares que hacen del fútbol un deporte diferente. Evidentemente, el buen trabajo y la calidad de los jugadores, guiados por un buen entrenador y un entorno adecuado, minimizan el factor sorpresa o las debilidades de un equipo, pero los intangibles del fútbol siguen ahí, y eso es lo que lo hace grande. Beneficie a unos o perjudique a otros.
El fútbol, además, es integrador; no entiende de idiomas, fronteras o clases sociales. Es capaz de propiciar una interacción social entre culturas muy diferenciadas y una luz de esperanza y motivación para aquellos que no tienen casi nada. Pero también entra en el terreno de los sentimientos; puede crear odios o historias de amor. Es el amante deseado y odiado en muchos hogares en la fiebre de los sábados noche, y el amigo ideal o impertinente de las meriendas domingueras --según se mire, claro--.
El llamado deporte rey asimismo tiene efectos medicinales en la sociedad; para los niños es la motivación de afrontar una dura sesión escolar y llegar a casa contentos por ver a los ídolos de sus cromos jugar y triunfar; para los adultos, el opio al estrés laboral y la mejor excusa para desahogarse con una buena cerveza. Incluso tiene utilidades, como la de los más futboleros, que adquieren la curiosa virtud de situarse en el tiempo contando o restando años según la celebración de Mundiales, Eurocopas o hitos de sus equipos, o la de huir de citas familiares incómodas con el pretexto de que hacen el partido por la tele.
Y es que, ¿quién dijo que el fútbol era aburrido?