Pellegrini fue fichado este verano para ser el entrenador que guiara a la nueva galaxia de Florentino Pérez a lo más alto y arrebatar al Barça el cielo europeo. Se fichó a una constelación de estrellas -Cristiano Ronaldo, Kaka, Benzema-, y otros jugadores de sobrada calidad en sus posiciones para acabar de consolidar todas las líneas -Xavi Alonso, Granero, Albiol-. Era el nuevo Madrid, un equipo blanco que resurgiría de las tinieblas para ensombrecer al eterno rival y ser el nuevo rey del panorama europeo.
Tres meses más tarde, el conjunto merengue no ha demostrado su tan mencionada superioridad respecto al resto de equipos. Viene de sucumbir en Europa contra un vetusto Milan, por el que nadie apostaba un céntimo antes del encuentro, y de empatar sin goles en el campo del asequible Sporting de Gijón. Hacía dos años y ocho meses dese la ultima vez que la entidad de Chamartín no marcaba un gol en Liga. Se han encendido las alarmas y Florentino comienza a tener tics nerviosos. Mal asunto. Ya queda menos para Navidad, y quizás menos al entrenador para abrir las tabletas de turrón vestido con el chándal blanco. La presión sobre Pellegrini será cada vez mayor si no se produce un cambio ostensible ya no sólo en resultados, sino en también en juego. Ya es un técnico discutido en la Casablanca. Los 96 millones de Cristiano, los 67 de Kaka, los 35 de Benzema y los otros 30 por Xabi Alonso empiezan a notarse negativamente. Sin Ronaldo, Benzema ni Higuaín el Madrid volvió a parecerse al del año pasado en el Molinón. Ni siquiera Kaka, que en los inicios de Liga demostró que era el fichaje que hacía funcionar la maquinaria madridista, pudo decantar la balanza a favor de su equipo.
Antes se hablaba del rombo de Pellegrini, que sus estrellas se amontonaban en poco terreno a causa del sistema utilizado por el chileno, y de la fragilidad defensiva del equipo. Ahora la cosa empieza a ponerse fea. Y el fútbol es cruel. Y más con Florentino moviendo los hilos en un equipo históricamente exigente (y este año, con todos los argumentos del mundo). ¿Podrá degustar los turrones en el Bernabéu? En fútbol todo cambia de un día para otro, pero lo cierto es que la radiografía blanca empieza a mostrar algunas manchas negras. Y "Pelle" tiene un problema añadido: si alguien tiene las de perder, será él. Nadie culpará ni a los jugadores ni mucho menos al ya de pos sí intocable presidente. Al "coach" merengue no le queda otra que rezar para que vuelvan sus buques insignia o encomendarse al famoso "espíritu de Juanito". Claro que sí tiene que recurrir a ello es porque algo no va bien. Nada bien...
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